La escarlatina es una enfermedad contagiosa caracterizada
por fiebre alta y la aparición de erupciones cutáneas (puntos rojos brillantes)
que se va extendiendo desde el pecho y la nuca a todo el cuerpo. Suele ir
acompañada por una amigdalitis con dolor de garganta, fiebre, pérdida de
apetito, abatimiento, dolor de estómago (por la inflamación de los ganglios
abdominales).
Causas:
Es producida por una bacteria, el Estreptococo hemolítico A.
Esta bacteria produce una toxina que genera una erupción difusa de color
carmesí. Su período de incubación es de entre 2 y 5 días.
Los niños afectados con este cuadro presentan un rostro
rosado con un tinte más pálido alrededor de la boca. La edad en la que más
aparece es en los niños escolares y adolescentes, sobre todo en la primavera y
el invierno.
Contagio:
El contagio se produce de persona a persona, a través de las
secreciones respiratorias.
Diagnóstico:
Se realiza analizando la edad, contactos, historia clínica,
análisis físico y unas pruebas conocidas como Exudado de Fauces con Cultivo y
pruebas de detección rápida de la bacteria en la garganta. Estos resultados
tardan 2 días. Si se confirma la enfermedad el médico debe recetar
antibióticos.
El tratamiento hace efecto en 2 días, pero esta mejoría no
significa que se pueda parar el tratamiento. A causa de esto es normal ver a
niños con complicaciones debido al mal cumplimiento del tratamiento.
Los niños deben permanecer 2 días sin ir al colegio una vez
iniciado el tratamiento ya que con la medicación no contagia. Cuando las
erupciones desaparecen es normal la presencia de descamación en la cara y en
las manos.
La escarlatina puede repetirse hasta 3 veces en la vida,
debido a que son tres las toxinas del Estreptococo que pueden producirla.
Prevención:
En la vida cotidiana no existe una manera ideal para evitar
las infecciones que causan la escarlatina. Cuando el niño está enfermo debemos
evitar el contacto con otros niños y en casa debemos asegurarnos de que los
utensilios que utiliza él no los utilice ninguna otra persona y después
lavarlos bien con agua caliente y jabón. Y cuando estemos cuidando al niño
debemos lavarnos las manos con frecuencia.
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