martes, 1 de noviembre de 2016

CONVULSIONES FEBRILES EN NIÑOS Y BEBÉS

Las convulsiones son contracciones involuntarias, violentas y patológicas de uno o varios músculos del cuerpo. 

Existen diversos motivos por los que se produzcan, Entre los principales encontramos la fiebre, infecciones del sistema nervioso (meningitis o encefalitis), epilepsia, deshidratación grave, tóxicos o causas más raras como angiomas cerebrales. 
Dicho esto, existen además diferentes tipos de convulsiones depdiendo de la causa y de la amplitud:

  • Convulsiones generalizadas: afectan a casi todo el cuerpo
  • Convulsiones parciales: solo afectan a unos cuantos músculos
  • Convulsiones febriles simples: cuando el único desencadenante conocido es la fiebre
  • Convulsiones atípicas o complejas: cuando se acompañan de otros  síntomas neurológicos
En este apartado nos centraremos en las convulsiones febriles, siendo éstas las más comunes entre los niños y bebés. 

Las convulsiones febriles son un trastorno neurológico súbito y transitorio que se manifiestan con síntomas muy parecidos a la epilepsia. Como su nombre indica, se trata de ataques desencadenados por la fiebre, cuando la temperatura se eleva de forma brusca (generalmente debido a una infección respiratoria viral superior, gastrointestinal o a infecciones del oído o roséola). Los ataques suelen  ocurrir en niños entre los 5 meses hasta los 5 años de edad y se estima que uno de cada 25 niños presenta por lo menos un episodio de convulsiones febriles. 
Aunque, por lo general, las convulsiones suelen aparecer en las primeras 24h de una enfermedad, no es necesario que la fiebre esté en su punto más alto. 

Durante una convulsión febril podemos observar que el niño: 
  • Comienza a toser y contraer repentinamente los músculos en los ambos lados del cuerpo. La contracción es interrumpida por momentos de relajación. El cuerpo del nió se sacude rítimicamente y no responde a la voz de los padres.
  • Presenta llantos y gemidos acompañados con movimientos involuntarios desorganizados de su cuerpo
  • No se mantenga de pie, se caiga e inculo orine, vomite y no controle la lengua
  • Tenga una mirada perdida y desviada hacia arriba
  • En algunos casos, puede que apriete los dientes y le salga espuma de la boca
  • El patrón de respiración del niño varía durante un ataque. 
  • Cambia la coloración de la piel: pálida o azul oscura
La duración de un ataque convulsivo febril es muy variable. la mayoría dura menos de un minuto, sin embargo, algunas crisis pueden llegar a durar hasta 15 minutos sin que ello represente mayor problema. Después de sufrir un ataque, el niño suele presentar un período corto de somnolencia o confusión del que se despierta posteriormente de forma natural, como si nada hubiera ocurrido. 
Es posible que si la primera convulsión del niño ocurrió antes de los 12 meses de vida o con una fiebre menor a 39º, ésta vuelva a aparecer. 

Aunque los padres describen la situación como una experiencia aterradora, las convulsiones a menudo son benignas y hereditarias. Las convulsiones febriles son inofensicas y no causan ningun daño cerebral, ni retraso mental, ni otro trastorno del sistema nervioso. No existe ninguna evidencia de muerte ni epilepsia. 

Es muy importante saber reaccinar ante un ataque convulsivo febril. Así pues, es conveniente colocar al niño tumbado de costado para que pueda respirar mejor. Además se debe alejar los objetos con los que pueda lesionarse, no intentar sacar la lengua ni tratar de detener las convulsiones agatrrando al niño fuertemente. 
Para bajar la fiebre, se recomienda colocarle al niños paños húmedos pasándolos por muñecas, tobillos, frente y cuello. 
Al terminar la crisis, se puede administrarle al niño un antitérmico y acudir al hospital para que evaluen al niño. 

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